Curiosamente en mi último post hablaba, entre otras cosas, de ordenadores que se averían. El mío, al menos seis años, enorme y ya antiguo, ha pasado hoy a mejor vida. Pero no, no se ha roto. Es más, nunca lo ha hecho y pensaba seguir con él hasta que se apagase de agotamiento, de no ser por mi secreto. Escéptica como pocos a todo aquello que no sea terrenal y tangible, empecé ayer por la tarde ese libro otra hora bestseller en todo el mundo llamado 'El Secreto'. Apenas llevo 20 páginas, pero esta mañana pensé que era una buena opción para soportar mejor mi trayecto diario de hora y cinco minutos en metro hasta llegar al trabajo. Al menos hablaba de atraer buenos pensamientos, que eso nunca viene mal. El caso es que hacía yo un esfuerzo enorme entre parada y parada por mentalizarme de aquello que leía en sus páginas. "Lo semejante atrae a lo semejante, los pensamientos positivos tienen cien veces más fuerza que los negativos y pueden materializarse, la Ley de la Atracción es poderosa....".
Se lo que pensáis...lo se...pero leed. Tras llegar a la redacción y contra todo pronóstico y con quince minutos de antelación, me han encargado una rueda de prensa a la que en principio debía ir otra persona. Tras una hora de charla, la empresa anuncia que va a sortear un portátil entre los periodistas presentes.
Por una vez en mi vida, me armo de ese momento 'no tengo abuela' que recomienda ferozmente el citado libro y pienso "Me va a tocar a mi porque me lo merezco". Pasan un cuenco con papeles numerados. Dicho y hecho, al abrir el mio éste era el afortunado. He reprimido las ganas de gritar y he puesto cara de seria profesionalidad hasta que he salido de la sala..... que cosas así no pasan todos los días!. Han tenido el detalle de acompañar el regalo de una petaca llena de un licor de 50 grados con el que habrá que celebrarlo!.
Pues oye, por probar no se pierde nada, no?. Pensemos en positivo. Mi próximo objetivo no alude sin embargo al euromillón como indica este título, si no a algo más importante para mi y más privado. Ya os contaré. No me faltan ganas.
12 jul 2011
9 jul 2011
Se nos rompió el amor de tanto usarlo....
Ya lo decía la canción y.... menuda novedad. El amor y el resto de las cosas. Y es que, el comentario de una amiga el otro día, me hizo reflexionar sobre una cuestión tan básica como lógica: todo lo que se usa tiende a romperse. Ella se acercó y me dijo : "la verdad, he acabado los textos como he podido, porque si llamo al informático me la lía, siempre nos echa la culpa y estoy harta de aguantarle broncas, jolines pues si utilizamos los ordenadores todo el día, es normal que den problemas, no?". Me hizo sonreir. Sabía que tenía razón y que además era, como yo, una opositora firme del movimiento ´míralo pero no lo toques'. Una corriente formada por gente a las que presupongo pocas preocupaciones o quizás un exceso de materialismo o apego y que entran en furia si algún objeto se rompe, se avería o se pierde. Soy de natural despistada y como tal he tenido que aguantar muchísimas tonterías a estas alturas de la vida. La mayoría de las veces, la reacción de esta gente, me deja más sorprendida que otra cosa. No nos confundamos, no voy pegándole patadas a las cosas, la ropa me dura siglos y aunque pierdo muchas cosas, casi siempre es entre las cuatro paredes de mi casa. No hablo de propagar el ser un energúmeno. Hablo de que las cosas son eso, ni más ni menos. Si se rompen se reponen, si se averían se arreglan y si nunca les ha pasado nada....es que no sabes disfrutarlas.
5 jul 2011
Catwoman también se derrite
Tenía marcada la máxima para este año de tomarme con el pie derecho las cosas. Pero ésta, la que me ocupa, me está resultando harto difícil, aunque pueda sonar tribial al lado de otras. Durante los últimos meses, he descubierto dos hechos curiosos relacionados con la climatología: el aceite de oliva puede congelarse sobre la encimera de la cocina (qué paranormal aquella estancia bristoliana del 'Full Moon') y la pasta de dientes puede borbotear de calor (maldito verano en Vallecas y sin aire acondicionado). Ya estoy instalada en el que, de momento, será algo así como mi casa y no podría quejarme de no ser porque su situación estratégica, hace que los 40 grados de la calle den gusto (y del bueno) comparado con entrar a mi cuarto. Juraría que hasta se me ha evaporado la celulitis. Así las cosas, mi mini compañero felino de dos meses y yo nos paseamos por los pasillos maullando él y casi arrastrándome yo, mientras rogamos al inclemente Dios que nos de una tregua. Curiosa mi relación con los gatos. Desde hace años son mis animales favoritos y quien no haya tenido uno, no sabe lo equivocado que está el imaginario colectivo sobre ellos. En esta ocasión, este señor miau venía incorporado con el piso, pero como la dueña está de vacaciones, él ha olido que por mis venas latía sangre de una sucesora de Catwoman, y no se separa de mi ni a la hora de dormir. Momento en el que no tiene reparo alguno en meterme un poquito más de 'caló' a modo de almohada peluda. Y así andamos los dos, sigilosos, felinos, derretidos, yo bebo agua helada y le pongo un poco. Nos miramos y nos comprendemos, el viene de la calle, yo ya ni se de donde vengo. Va a ser un mes de julio muy largo. Por fin he encontrado un motivo para ser ambiciosa: quiero el mejor aire acondicionado del mercado.
28 jun 2011
Carpe Diem
Tengo en el estómago esa sensación agridulce que te dejan los nervios del decir ¿y ahora qué?. Acabo de finaliza un trámite tan tonto como necesario: he encargado, la que será mi cama en el nuevo piso. Me traía de cabeza el tema, porque cuando una no cuenta con amigos con coche o tiempo, carece de orientación para atreverse a recorrer la capital en el suyo propio cargada de bultos y cuenta con un presupuesto más ajustado que la faja de Jennifer López, todo se complica un poco. Pero mi adorado internet ha venido a facilitarme la vida en una de esas semanas en que, cuanto menos piense, pues mejor. Y más aún teniendo en cuenta esta ola de calor, que una es andaluza de pura cepa, sin embargo no ha sufrido su primer golpe de calor hasta ayer mismo, en Madrid. Que mal rato.
Mother mine, que diría uno que yo me sé. Por fortuna, esta semana la capital acoge su semana más orgullosa y aunque no soy propensa a aglomeraciones y desmelenes a lo loco…me lo he ganado, aunque sea en horario de Los Lunnies. Va a ser como volver a la época universitaria. Mañana un buen amigo aterriza en Barajas sin más intención que dejarse llevar, he quedado con mis nuevas compis de morada para atar cabos sueltos y tengo por delante una de las fiestas más coloridas y hedonistas del mundo. Que 30 años más adolescentes…pero digo yo, si vivo como una estudiante, me pagan como a una becaria y durante varias horas al día saco de mi yo profundo, la profesional de la comunicación que llevo dentro casi por amor al arte ... ¿no me merezco ya un desahogo?. Carpe Diem.
18 jun 2011
No te metas conmigo, chaval
Tomarse las cosas con humor ayuda a superarlas. Eso dicen. Yo hasta ahora, ni lo confirmo ni lo desmiento. He echado la vista atrás y creo que va siendo hora de plantearse eso de ‘poner el huevo’ en algún sitio. He perdido la cuenta de autobuses, trenes y aviones que he tomado en busca de mi lugar durante 2010 y 2011. Y la verdad, al final acaba una con una sensación de desarraigo difícil de cargar, habrá que fijarse un punto de una vez. Hago ya maletas y mochilas con la profesionalidad de una experta y veo en mi magnífico ‘Forfi’ al mejor de los amigos. Pero una vez más habrá que relativizar, volver a recurrir a aquello de ‘ellos se lo pierden’ y en caso de descenso a los infiernos de Dante, atacar el litro de helado de chocolate a ver si así, el nudo del estómago se congela y explota, dándote la energía necesaria para sobrellevar tu enésima etapa de caracol. Hay algo en todo esto que sí es positivo, que ya pocas cosas me importan. Literalmente, y es que una aprende a distinguir lo realmente importante y a trivializar el resto. De hecho, sin ir más lejos ayer estuve a punto de cometer un ‘securasesinato’. Sí, si…en toda regla y ningún juez se hubiera atrevido a imponerme ni dos días de celda con Lindsay Lohan. Fue una jornada dura, después de trabajar fui a mi ya ex piso a recoger pedazos de una vida que quedaban por allí, y que dicen que viví. Los 38 grados, los nervios y el malestar inevitable de estas situaciones mermaron aún más mi estado físico nivel piltrafilla de los últimos días y para cuando llegué a mi nueva ‘casa’ (bendita compañera de trabajo, que se ha ganado ya vacaciones en Marbella de por vida) cargaba además con una visita al centro de salud, otra al centro comercial, una mochila tamaño Belén y medio y muy pocas ganas de nada. Aún así, me decidí a entrar al supermercado para contribuir haciendo la cena. Mi equipaje, mi careto y mi gesto absorto debieron alertar al seguridad que sin escrúpulo alguno incrementó aún más mi lastre, pegándose a mi mochila y siguiéndome incesantemente por todos los pasillos del ‘Ahorra Más’. En lugar de girarme y ponerme a gritar en plan mujer desesperada, le mareé todo lo que pude, a la vez que entorpecía sus pasos con mi cestita con ruedas arrastrada en forma de zig-zag. Estoy perdiendo la vergüenza, sí. Al llegar a la caja y como si cupiera alguna posibilidad de que tras tal escrutinio hubiera yo tenido la oportunidad siquiera de ‘distraer’ algún artículo, le susurró algo a la cajera. Ésta me cobró y cuando todo estaba ya embolsado, me suelta un “señorita por favor, muéstreme la mochila”. Miré al segurata con una muesca irónica y ganas de decirle “¿de verdad crees que ésta, es la cara y el tipo de una ladrona?”. Pero en lugar de ello, aparqué mis ganas de matarlo, expiré, me desbroché el cinturón propio de las mochilas de trekking, bajé las asas, solté las bolsas de la compra y le dije “claro, ahí la tiene”, mientras imaginaba el espectáculo de aquella cajera sacando bragas mezcladas con documentos, una ensaladera, velas y cualquier otro artilugio que llevara yo encima. La pobre miró de reojo al valiente uniformado como diciendo “por dónde empiezo” y acto seguido sin ni siquiera tocarla, me dio las gracias y me dejó marchar. Habían dado con la mujer equivocada, en el momento equivocado.
16 jun 2011
La novena puerta
A veces la vida te golpea y te deja sin aliento. Así de repente, sin esperarlo y sin razón. Por más que busques un sentido, para ti no lo tiene y ves tan claro que había más caminos, que quema el alma no ser capaz de hacérselo ver al otro. Y es ahí donde tienes de nuevo más vías, desesperarte y engancharte a los recuerdos y a los miles de planes que esperabas cumplir o quedarte con lo mejor que te dio esa persona, que también fue mucho, y tratar de seguir adelante. De nada valdrán reproches, sentimientos de rabia o sensación de haber arriesgado mucho para nada. “Quien no arriesga, no gana” me decía ayer una amiga. Y volvemos al punto cero, arropada por suerte y aunque sea desde lejos, por todos aquellos que sí son una constante en mi vida. Y si recibes un portazo tarde o temprano otra entrada se abre, nueva, enorme y llena de posibilidades. Sólo para ti. Para que continúes creciendo como persona, intentes llegar a las metas que te marcas y disfrutes cada minuto con la sensación de que esa persona, como tantas otras, ya ha dejado algo en ti imborrable y que eso te hará actuar basándote en lo ya vivido. El dolor no entiende de culpas y si algo he aprendido es que tratar de ajustar cuentas sólo te conduce a alargar el duelo. No se trata de irse de juerga la primera noche. El proceso hay que pasarlo. Pero mejor serena y tranquila, recordándote que lo mejor de ti sigue contigo y que viajará para regalarlo a otros que lo sepan apreciar. Se lo dedico a todos aquellos a quienes han cerrado la puerta, la siguiente estará a la vuelta de la esquina.
2 jun 2011
Llevo tu nombre de norte a sur
Estoy viendo el mar. Bueno, es una forma de hablar. Porque lo que tengo delante es un salvapantallas de ordenador con una playa de Marbella. Nunca había entendido que la gente lo echase de menos. Hasta ahora. El mirar hacia el horizonte y no intuirlo, para quienes no estamos acostumbrados, desestabiliza, te hace perder un poco el norte. Hay muchas cosas que no tengo claras de mi vida, pero una de las pocas que se con certeza es que quiero vivir en Andalucía. No puedo presumir de haber visto tantos países como para descartar que exista una región similar. Pero como le pasa a las madres con sus niños, la mía, mi tierra, es la más guapa.
Para gustos los colores, pero yo no cambio el olor a salitre de Cádiz o Málaga, las playas de Almería, la Giralda de Sevilla, la Judería de Córdoba, la tranquilidad de los pueblos blancos y aún no invadidos por el siglo XXI. Por nada del mundo.
Están de moda los anuncios que, de cara al verano, exaltan el Sur, y no les culpo. Como diría Alejandro Sanz, no, no es lo mismo. No es lo mismo abrir tu ventana y ver un mar en calma, una calle de adoquines, sentir el aroma a Azahar que bajar de tu bloque a esa gran ciudad llena de atractivos, sí, pero mucho menos cálida.
Quedar para tapear con los amigos y llegar al bar en veinte minutos, sin metro, sin agobios, bajar a la arena cuando atardece dando un paseo y sentir el cosquilleo de las olas en tus pies. Oír el repicar de las campanas desde Los Alcázares sevillanos. Disfrutar de unas sardinas frescas en La Malagueta o las vistas desde Gibralfaro.
No quiero ahondar en estereotipos, esos que retratan a los andaluces como juerguistas y vagos eternos. Será la envidia, la sana alegría con la que sabemos disfrutar las cosas, saboreándolas sin prisas.
Es otra historia y por eso tarareo cierta melodía que dice aquello de ‘Al-Andalus, llevo tu nombre de norte a sur’.
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