14 may 2011

Orgullosa de mi generación

Estoy de resaca, cosa rara en mi, pero una vez al año...no hace daño, que dicen. Aunque ésto lo contradiga mi malestar general y dolor de cabeza. Propiciados más por agotamiento que por alcohol, todo sea dicho. Un día de vagueo ideal para leer,descansar y resguardarse del bochorno madrileño con que ha amanecido hoy este sábado. Anoche tuve la ocasión de conocer a mucha gente nueva y charlar tranquilamente durante horas, algo que me sirvió para ratificar una idea que me ronda por la cabeza hace tiempo. No es cierto que en este país tengamos lo que nos merecemos. Cada cual que haga bandera de la suya, pero en mi caso cada día estoy más orgullosa y admirada de la gente de mi generación. Preparados, inquietos, con vitalidad e iniciativa, implicados en múltiples proyectos de una creatividad e inteligencia admirables, consecuentes con sus ideas y sobre todo de mentes tremendamente abiertas. Esta mañana, una muy buena amiga malagueña de pro e internacional de corazón,aparecía en un medio de comunicación sureño caracterizada como una prostituta y reivindicando mejoras sociales para el colectivo. Ella, que pasa del qué dirán, que batalla por lo que cree con la energía de un ciclón. Conozco mucha gente así, sana y trabajadora que cada día se levantan con la intención de hacer un mundo más humano.Llevando las buenas y malas noticias a los ciudadanos, gestionando su trabajo,sea el que sea, con la ilusión y la capacidad que ya quisieran esos cafres que se hacen llamar políticos. Jóvenes que continuamente buscan cursos y formación para mejorar en su día a día, con retos y aspiraciones. Si en una reunión de cumpleaños, un almuerzo o una salida entre gente de distinta posición, origen o nacionalidad puede una oír tanto sentido común y respeto....¿Por qué es tan difícil que ocurra lo mismo en un gobierno?. Siempre he creído que no me equivocaba en algunas cosas, en las básicas. En aquellas que defienden que es mejor pan para todos que platino para unos pocos. Con las elecciones a la vuelta de la esquina, yo ya no creo en ninguno de aquellos que se echan la culpa recíprocamente, como si de parvularios se tratase, que anteponen su bienestar personal a cualquier otra cosa. Habría que echarlos a todos. Tenemos una cantera de gente enormemente válida y capaz, no somos un país sólo de pandereta y fiesta como quieren hacernos creer. De hecho tenemos una capacidad innata para conjugar la alegría de vivir, tan necesaria también, con la responsabilidad más intachable. Más le vale a la denominada generación Ni-Ni hacer algo por llegar a sentir orgullo de sus contemporáneos. Una siente que algo puede llegar a moverse cuando como anoche, oye tantas opiniones que tienen en común el desengaño por las siglas y el rechazo a las mentes cerradas y que abogan por el respeto más plural y mutuo como base de actuación.

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