10 may 2011

Con el Padre Zurita hemos topao'

Lo que son las cosas. Si creyese en las señales divinas, diría que ayer, el Todo Poderoso me envío una. Empecé el día comenzando en el metro ‘La Piel del Tambor’, libro que se desarrolla en Sevilla y con un cura investigador y algo socarrón como protagonista. Iba la mar de entretenida porque, aunque llevo muy pocas páginas, el personaje era de los míos. Cuestionaba con ironías el hecho de que la iglesia, actualmente, no esté manchada de sangre. Y mientras avanzaba empecé a preguntarme si no me estaría yo radicalizando en exceso para algunas cosas, si haber dejado de creer en todo, incluido en la bondad y honestidad de las personas, no estaba justificado del todo, pese a mis antecedentes personales.
Por la tarde y ya libre del curro, tenía que ir a un centro comercial cercano a casa. Me las prometía yo muy felices mientras conducía porque no me había perdido y en unos diez minutos ya visualizaba las tiendas. Sin embargo, poco antes de llegar decenas de policías y guardias civiles cortaban rotondas, cientos de coches se apelotonaban y unos seis autobuses me adelantaron, lentos y repletos de gente. Sumida en aquel caos repentino me vi detrás de aquella enorme cola de vehículos a través de un camino empedrado, a 32 grados, asada y sin poner el aire porque apenas tenía gasolina. En un primer momento pensé en la caravana de Rajoy, pero lo descarté rápidamente, demasiada gente hasta para él. Mi curiosidad iba creciendo mientras trataba de avanzar por aquel camino cada vez más seco, arbolado e inhóspito.
En un determinado momento dos mujeres pasaron a mi lado y aproveché para preguntarles si iba bien para el centro comercial. “Que vá, chiquilla, si vas pa,l cementerio” me contestaron. En ese instante supe que no era ningún político, y menos vivo, el causante de toda aquella peregrinación. Media hora después, llegué a la entrada del cementerio. Los coches brotaban aparcados como setas por todas partes, la Guardia Civil dirigía el tráfico, la gente bajaba de los autobuses.
Me pudo la curiosidad, que no llevaba yo media tarde deshidratándome para no saber qué pasaba. Aparqué mi coche en doble fila y me dirigí hacia un chico de Protección Civil quien amablemente me dijo ‘es que, ha muerto el Padre Zurita’. En ese instante el féretro atravesaba la entrada y el clamor de aplausos se hizo notable. He de confesar que se me puso el vello de punta, al ver a esas miles de personas tan volcadas con aquel hombre. Me dispuse a arrancar para, unos metros después, volver a acabar atrapada. Delante de mi, uno de los autobuses ya vacío, se había quedado atrapado entre los coches y no podía moverse. Tras diez minutos, una mujer ataviada con pitillos, taconazo de aguja y escote bajó del vehículo. Creí que era una pasajera olvidada, pero la coqueta señorita no era otra que la conductora, que había rozado su autobús con un Mercedes de un familiar del fallecido y que discutía con la Benemérita como salir de allí. Aquello empezaba a parecerme surrealista,
Yo, que a veces parezco sacada de una escena costumbrista, pues salí del coche y me puse a hacerme la nueva con el tema. “¿Y por qué hay tanta gente?” pregunté a un vecino que sufría el mismo atasco que yo. “Es que esto, sa desbordao, sa desbordao y mira que lo han organizado bien” repetía. “El Padre Zurita me dio la comunión, me casó y a mis hijos también…”. Una señora le interrumpió “yo vengo de Barcelona, está aquí toda la parroquia de San José de Valderas”, “Yo me enteré anteayer y vengo de Galicia” decía otra…en éstas, el autobús se puso en marcha gracias a la intervención de tres forzudos que movieron el coche atravesado, por la vía manual. Ya me iba cuando otro hombre añadió “y encima por un accidente!”.
Me quedé de piedra, daba por hecho que el sacerdote había fallecido de viejo. El caso es que todo ello me dejó pensando en que afortunadamente debía haber muy buena gente también dentro de la Iglesia y que parecía obvio, que ese hombre tenía el cielo ganado. Sonreí para mi misma y llegué a la conclusión de que aquella tarde si había alguien ahí arriba había querido decirme algo así como “chiquilla como no recuperes la fe en algo, en lo que sea, tu infierno va a ser un deja’vu continuo de esta tarde….”. Prometo reflexionar. Amén.

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