Tengo en el estómago esa sensación agridulce que te dejan los nervios del decir ¿y ahora qué?. Acabo de finaliza un trámite tan tonto como necesario: he encargado, la que será mi cama en el nuevo piso. Me traía de cabeza el tema, porque cuando una no cuenta con amigos con coche o tiempo, carece de orientación para atreverse a recorrer la capital en el suyo propio cargada de bultos y cuenta con un presupuesto más ajustado que la faja de Jennifer López, todo se complica un poco. Pero mi adorado internet ha venido a facilitarme la vida en una de esas semanas en que, cuanto menos piense, pues mejor. Y más aún teniendo en cuenta esta ola de calor, que una es andaluza de pura cepa, sin embargo no ha sufrido su primer golpe de calor hasta ayer mismo, en Madrid. Que mal rato.
Mother mine, que diría uno que yo me sé. Por fortuna, esta semana la capital acoge su semana más orgullosa y aunque no soy propensa a aglomeraciones y desmelenes a lo loco…me lo he ganado, aunque sea en horario de Los Lunnies. Va a ser como volver a la época universitaria. Mañana un buen amigo aterriza en Barajas sin más intención que dejarse llevar, he quedado con mis nuevas compis de morada para atar cabos sueltos y tengo por delante una de las fiestas más coloridas y hedonistas del mundo. Que 30 años más adolescentes…pero digo yo, si vivo como una estudiante, me pagan como a una becaria y durante varias horas al día saco de mi yo profundo, la profesional de la comunicación que llevo dentro casi por amor al arte ... ¿no me merezco ya un desahogo?. Carpe Diem.