29 dic 2012
Con la melanina en los talones
Si estáis pensando en emigrar no seré yo quién os quite las ganas, y menos tal y como está el panorama; pero debéis saber que si elegís Inglaterra, no son pocos los factores a tener en cuenta. Hoy ahondaré en uno de los temas que me trae de cabeza: la ausencia de luz. Vivir en una oscuridad constante hace que el tiempo sea muy relativo y que los conceptos amanecer y atardecer, pierdan toda su razón de ser. Yo últimamente ya no sé si voy o si vengo. Hasta las 8.15 de la mañana no clarea el día y lo hace sólo para dar paso a un cielo gris y casi siempre lluvioso que da entrada a la noche a eso de las 16.05 de la tarde. Así las cosas una ya no sabe si acostarse o irse de marcha con el resto de la manada vampírica que surca las calles. A estas alturas de año luces ya un tono de piel que ríete tú de Nosferatu y las reservas de melanina han descendido por debajo del nivel de emergencia. Que sí, que todo es acostumbrase, pero se hace duro pasar de la 'Costa del Sol' a la 'Costa Negra', que es un decir porque aquí playa, tampoco. Con enero pisándonos los talones es de esperar que los días se alarguen, si bien eso del sol no se estila aquí hasta bien entrada la primavera y en ocasiones festivas. Para prevenir males mayores en mi próxima visita a España, ya me he hecho con unas gafas de sol estilo Prada y bien opacas, que no quiero yo que el deslumbramiento del momento me arruine las vacaciones.
12 dic 2012
El balance de las velas
No me gusta mi cumpleaños, ese que se viene acercando a la vuelta de la esquina. Desde hace años. No se en qué momento dejó de hacerlo, pero debe ser por aquello de que toca hacer balance junto con el final de año y a veces, la balanza no se inclina mucho a tu favor. Recuerdas a la gente que pasó por tu vida y por las más diversas razones ya no está en ella, te preguntas cuándo volverás a escuchar el ajetreo de una redacción (y en este punto añado, a la que no lleguen solo malas noticias), te preguntas si estar perfeccionando un inglés con acento 'bristolian' y que te hace parecer una cantante trasnochada te servirá de mucho. Además, te estrellas con la realidad de que últimamente no sabes apenas nada de España porque ni te atreves a mirar la prensa (por aquello de que no te hierva la sangre y el alma).
Y luego está "lo otro". Sí, lo mire como lo mire voy dejando muchos años atrás, por más que mi pavo y mis despistes inviten a pensar lo contrario. En UK con 23 primaveras estás cargada de críos y recibiendo los 'benefit', mientras tu marido se emborracha viendo 'The X Factor' o jaleando a los 'hooligans' de turno. "¿Cuántos hijos tienes?" me dicen por aquí. "Ay! la verdad es que por una cosa o por otra lo he ido dejando, no me ha venido bien nunca" me entran ganas de contestarles. Pero sonrío educadamente y digo "eso, a partir de los 25". Que me conservo estupendamente.
Quizás se me pase el arroz, quizás ya debería tener una hipoteca a 215 años, tres mocosos y un trabajo de oficina de ocho a tres (esto último es más por imposibilidad que por otra cosa, que no está el tema para chulearle al trabajo). Pero tengo mucho más. Cuesta a veces no olvidarlo, especialmente cuando maldices no poder estar compartiendo anécdotas con tus amigos de siempre y con tu familia o que el Guadalquivir y mis sueños de una casa a sus orillas quede (aún) lejos .Pero Roma no se ganó en una batalla, así que a coger aire y a soplar otro año más. Y que venga 2013, que no le tenemos miedo.
Y luego está "lo otro". Sí, lo mire como lo mire voy dejando muchos años atrás, por más que mi pavo y mis despistes inviten a pensar lo contrario. En UK con 23 primaveras estás cargada de críos y recibiendo los 'benefit', mientras tu marido se emborracha viendo 'The X Factor' o jaleando a los 'hooligans' de turno. "¿Cuántos hijos tienes?" me dicen por aquí. "Ay! la verdad es que por una cosa o por otra lo he ido dejando, no me ha venido bien nunca" me entran ganas de contestarles. Pero sonrío educadamente y digo "eso, a partir de los 25". Que me conservo estupendamente.
Quizás se me pase el arroz, quizás ya debería tener una hipoteca a 215 años, tres mocosos y un trabajo de oficina de ocho a tres (esto último es más por imposibilidad que por otra cosa, que no está el tema para chulearle al trabajo). Pero tengo mucho más. Cuesta a veces no olvidarlo, especialmente cuando maldices no poder estar compartiendo anécdotas con tus amigos de siempre y con tu familia o que el Guadalquivir y mis sueños de una casa a sus orillas quede (aún) lejos .Pero Roma no se ganó en una batalla, así que a coger aire y a soplar otro año más. Y que venga 2013, que no le tenemos miedo.
16 nov 2012
"En ningún sitio atan lo perros con longanizas" (by mi abuela)
Nunca me llevé bien con la burocracia y doy cuenta de ello en este blog cada vez que surge la oportunidad. Si a ello le unimos las características propias de este país estricto en apariencia, hasta la médula, se explica por qué tengo mi pequeño desahogo literario abandonado. Solucionado el tema del trabajo y acostumbrándome a que, tengas el turno que tengas, poco ves la luz del día (benditos atardeceres de verano en Marbella a las nueve y media de la noche), prefiero centrarme en las experiencias. Hoy voy a hablar de los míos, los españoles y especialmente los andaluces. Sea casualidad o no y a falta de datos estadísticos, un porcentaje nada desdeñable de los emigrados en Bristol gastan aquello de 'quilla', 'una hartá' o 'en cá mi abuela'. La mayoría se encuentran entre los 24 y 30 años, han acabado la carrera sin opción a trabajo o se han visto en la calle después de años trabajando en el sector servicios o de comercios. Pero la verdad, le echan gracia hasta a las situaciones más desesperadas. Cierto es que todos pueden volver a casa, al abrigo de sus padres, que les lloran por Skype y les dicen que qué demonios hacen aquí, que a "esos ingleses no le aguantéis gritos". Quizás eso, saber que a unas malas el plato de comida no falta en casa, les hace tolerar mejor algunos de los abusos que sufren y tomárselo como una experiencia de la que aprender.
El hecho de que la educación española, a la hora de aprender idiomas, sea para echarse a llorar provoca no pocas situaciones 'cómicas'. Grupos de gente que va a ver pisos sin saber que con ellos irán otros doce más, de los cuales serán elegidos los que mejor caigan al dueño, los afortunados que tengan contrato o el que le haga más gracia a la impertinente de la inmobiliaria. El resto quedan nominados y expulsados al más puro estilo 'Gran Hermano'. Y se han ganado el calificativo, os lo aseguro. Les sobra la demanda y no sólo no mueven un dedo para tratar de alquilarte algo, es que te piden remover cielo y tierra (amén de soltar una cantidad abusiva de dinero), para hacerte con un techo.
No te responden las dudas ni aunque lleves contigo un cuestionario. En la parte positiva está conocer a gente encantadora. Los muchachos de Santander que decidieron traerse el coche y por ello andan repartiendo pizzas, la chica de 'Graná' que no descarta traerse a su tío a montar una churrería para enseñarles a los británicos lo que es comer bien, el gallego que se lamenta de que hasta ahora nunca tuvo que buscar trabajo porque "el trabajo venía a mi" y sobre todo, la ola de solidaridad. Una especie de red de 'networking spanish' en la que ningún empleo queda desaprovechado y que corre la voz entre unos y otros tratando de echar una mano. Se planean navidades con jamón enviado por los sacrificados familiares y año nuevo en la típica plaza de 'Queen Square' con uvas que valen su peso en oro, a tenor de los precios de la fruta aquí. Pocos se atreven a ir a casa en 'Christmas', ya que es la mejor época para trabajar duro y coger algo de dinero. Mi sueño de esta semana es poner fecha a mi primera visita, el billete está al caer y no pienso perderme la llegada de Melchor, Gaspar y Baltasar.
23 oct 2012
La vida es lo que pasa entre medias
Lo que nos hace tan diferentes a unos de otros seguirá siendo un misterio para mí. Es como la enigmática sonrisa de la obra maestra de Da Vinci, existen tantas opiniones sobre su portadora, como maneras de interpretar el cuadro. Pero qué aburrido si el mundo fuese plano!. Mi estancia en este país va tomando forma y aunque la sombra de la búsqueda de empleo urgente hace pasar por alto muchas experiencias, lo cierto es que intentarlo merece la pena. Bristol alberga en este momento la friolera de 16.000 españoles. Somos una plaga. Venimos cargados de licenciaturas, idiomas, másters o ilusiones y mientras unos consiguen su objetivo y otros se ven obligados a regresar, no deja de ser curioso escuchar la historia de cada uno. Están los informáticos, que a poco que dominen el inglés consiguen trabajo, los de enfermería que tampoco lo tienen difícil en exceso...y luego estamos los del resto de ramas o profesiones.
Los ingleses por su parte no entienden la política de España, ni por qué tenemos un presidente cabezón que niega lo innegable. Un entrevistador del 'job center' me dijo hace poco "oh, are you spanish? (con esta cara no se de dónde creía que venía..), there is a big disaster in your country, no?". Me hubiera gustado decirle que se equivocaba, pero la BBC abre informativos con las grietas del hambre en España y representantes de la Cruz Roja afirman sentirse desbordados; hubiera sido en vano.
Pero entre medias de todo esto pasa la vida y prefiero quedarme con eso. El otoño en Bristol es tan colorido como impresionante y las tonalidades de las hojas varían, desde el blanco más absoluto (nunca he visto nada igual) hasta el rojo más intenso. Las actividades se multiplican, la camaradería crece y los consejos de unos y de otros arropan las esperanzas.
Ellos, los británicos, siguen haciéndome tanta gracia como siempre. Con ese peculiar sentido de la estética, de la educación y de la limpieza hogareña consiguen, sin embargo, que les coja cariño. Si de todo esto hay unos vencedores son las academias de idiomas: los españoles las están haciendo de oro.
Mientras esperamos una oportunidad se organizan barbacoas, campeonatos de tortillas de patatas, excursiones, intercambios de idiomas y hasta manifestaciones en protesta por los malditos recortes. La gente está lejos, pero no por ello deja de comprometerse. Lo que ocurre duele mucho y se nota.
Quizás en breve se produzca la primera colonización de universitarios de la historia. Que estén atentos los informativos, no vamos armados pero somos muchos y hacemos ruido.
Los ingleses por su parte no entienden la política de España, ni por qué tenemos un presidente cabezón que niega lo innegable. Un entrevistador del 'job center' me dijo hace poco "oh, are you spanish? (con esta cara no se de dónde creía que venía..), there is a big disaster in your country, no?". Me hubiera gustado decirle que se equivocaba, pero la BBC abre informativos con las grietas del hambre en España y representantes de la Cruz Roja afirman sentirse desbordados; hubiera sido en vano.
Pero entre medias de todo esto pasa la vida y prefiero quedarme con eso. El otoño en Bristol es tan colorido como impresionante y las tonalidades de las hojas varían, desde el blanco más absoluto (nunca he visto nada igual) hasta el rojo más intenso. Las actividades se multiplican, la camaradería crece y los consejos de unos y de otros arropan las esperanzas.
Ellos, los británicos, siguen haciéndome tanta gracia como siempre. Con ese peculiar sentido de la estética, de la educación y de la limpieza hogareña consiguen, sin embargo, que les coja cariño. Si de todo esto hay unos vencedores son las academias de idiomas: los españoles las están haciendo de oro.
Mientras esperamos una oportunidad se organizan barbacoas, campeonatos de tortillas de patatas, excursiones, intercambios de idiomas y hasta manifestaciones en protesta por los malditos recortes. La gente está lejos, pero no por ello deja de comprometerse. Lo que ocurre duele mucho y se nota.
Quizás en breve se produzca la primera colonización de universitarios de la historia. Que estén atentos los informativos, no vamos armados pero somos muchos y hacemos ruido.
14 oct 2012
Yes, we can
Pocas veces me enfrento a eso que llaman 'pánico al folio en blanco'. Pero esta es una de esas ocasiones. Lo piensas, le das vueltas, pero no hay manera : la Musa te ha abandonado. Incapaz como estoy de narrar alguna de las anécdotas que, de momento, me ha traído esta nueva incursión inglesa, le daremos un hueco a las imágenes tomadas a pie de calle. Y que la imaginación vuele. Es duro, cuesta y a veces dan ganas no de tirar la toalla, si no de lanzarla de un octavo piso y después pisotearla a mansalva. Pero no podrán con nosotros, si hay algo que podemos seguir haciendo es seguir intentándolo. Yes, we can.
25 sept 2012
Corre, Forrest, Corre...que Kafka ha resucitado!
He esperado un par de días para narrar estos hechos. De lo contrario, este post hubiera sido una línea tras otra de pura bilis. Pero como tras la tormenta viene la calma, que no la transigencia, es hora ya de contarlo.
Me tengo dicho que cuanto menos visite las administraciones públicas y similares, mejor. Sin embargo a veces hay causas de fuerza mayor y te ves de nuevo en ese círculo inútil y desesperante que conforman la mayoría de ellas. Con la maleta ya cerrada y a punto de surcar los mares, me dirigí, ilusa de mi, a por aquello que denominan la tarjeta sanitaria europea. Previa cita y días de espera la funcionaría me increpa que debo pedir previamente un certificado al INEM que me permita salir del país. Le digo que no la entiendo. "Es que como cobras el paro, necesitas su autorización". Le aclaro que está en un error, que ni cobro, ni he cobrado del Estado en años. Se encoge de hombros "pues eso es lo que pone aquí". Sin más contemplaciones me manda al SEPE donde la siguiente funcionaría ( ésta sí amable, comprensiva y sin explicarse cómo me ha ocurrido esto), me dice que debo pedir otra cita para aclararlo y que debo saber que si en efecto, ni trabajo ni percibo prestación alguna, tampoco me va a servir de nada porque la sanidad tanto en España como en Europa, ya no me pertenece. Paso de los 26 años, no trabajo y no cobro de nadie. Debe ser eso que llaman NI-NI.
Vuelvo a casa y llamo a la Seguridad Social. Lo mejor estaba por llegar. El responsable del área me dice que, efectivamente, consta que llevo enriqueciéndome a costa del SEPE desde hace casi tres años. Me río y le digo "vaya, pues soy la única española que ha conseguido cobrar del Estado más de dos años seguidos, como dicta la Ley". "Pues sí" es su respuesta.
Metida ya en el laberinto y codo con codo con Kafka (me guiña un ojo y me agradece tan buen argumento) le añado : "A ver, si en esos tres años me han dado de alta en alguna empresa como así ha sido, debería habérseme interrumpido esa prestación virtual, no?". Asiente y añade que comprende que debe ser un error, pero que eso es lo que hay, que él no puede hacer nada.
Si en ese momento lo tengo delante y hago lo que me vino a la mente cualquier jurado me hubiese exonerado por enajenación mental transitoria. Me cargo de paciencia y le insisto : Ni siquiera estoy inscrita en la oficina del Inem (perdí la fe en su utilidad hace mucho). Ese dato tampoco le hace parpadear. Tras veinte minutos cuelgo en las mismas. Bueno, en las mismas no. Con otra cita para un día antes de mi vuelo, sin Seguridad Social y rezando porque las heladas del norte de Europa no me hagan resbalar y tener que ponerme un brazo en cabestrillo. Si eso ocurre os haré llegar un número de cuenta para que me echéis una mano a pagar la factura.
Me tengo dicho que cuanto menos visite las administraciones públicas y similares, mejor. Sin embargo a veces hay causas de fuerza mayor y te ves de nuevo en ese círculo inútil y desesperante que conforman la mayoría de ellas. Con la maleta ya cerrada y a punto de surcar los mares, me dirigí, ilusa de mi, a por aquello que denominan la tarjeta sanitaria europea. Previa cita y días de espera la funcionaría me increpa que debo pedir previamente un certificado al INEM que me permita salir del país. Le digo que no la entiendo. "Es que como cobras el paro, necesitas su autorización". Le aclaro que está en un error, que ni cobro, ni he cobrado del Estado en años. Se encoge de hombros "pues eso es lo que pone aquí". Sin más contemplaciones me manda al SEPE donde la siguiente funcionaría ( ésta sí amable, comprensiva y sin explicarse cómo me ha ocurrido esto), me dice que debo pedir otra cita para aclararlo y que debo saber que si en efecto, ni trabajo ni percibo prestación alguna, tampoco me va a servir de nada porque la sanidad tanto en España como en Europa, ya no me pertenece. Paso de los 26 años, no trabajo y no cobro de nadie. Debe ser eso que llaman NI-NI.
Vuelvo a casa y llamo a la Seguridad Social. Lo mejor estaba por llegar. El responsable del área me dice que, efectivamente, consta que llevo enriqueciéndome a costa del SEPE desde hace casi tres años. Me río y le digo "vaya, pues soy la única española que ha conseguido cobrar del Estado más de dos años seguidos, como dicta la Ley". "Pues sí" es su respuesta.
Metida ya en el laberinto y codo con codo con Kafka (me guiña un ojo y me agradece tan buen argumento) le añado : "A ver, si en esos tres años me han dado de alta en alguna empresa como así ha sido, debería habérseme interrumpido esa prestación virtual, no?". Asiente y añade que comprende que debe ser un error, pero que eso es lo que hay, que él no puede hacer nada.
Si en ese momento lo tengo delante y hago lo que me vino a la mente cualquier jurado me hubiese exonerado por enajenación mental transitoria. Me cargo de paciencia y le insisto : Ni siquiera estoy inscrita en la oficina del Inem (perdí la fe en su utilidad hace mucho). Ese dato tampoco le hace parpadear. Tras veinte minutos cuelgo en las mismas. Bueno, en las mismas no. Con otra cita para un día antes de mi vuelo, sin Seguridad Social y rezando porque las heladas del norte de Europa no me hagan resbalar y tener que ponerme un brazo en cabestrillo. Si eso ocurre os haré llegar un número de cuenta para que me echéis una mano a pagar la factura.
5 sept 2012
AVE César, los que van a pagar te saludan
Este mes voy a recorrer nada menos que dos destinos nacionales y uno internacional. Así las cosas y dado que mi cerdito- hucha sigue 'tieso' hay que mirar el céntimo, amén de mi propósito de no proporcionarle al Estado la alegría de ingresar ni un euro más a mi costa. Los pequeños empresarios, esos que apenas logran mantenerse abiertos, han asumido en su gran mayoría la subida del IVA. Ese insultante 21% que no repercutirán en los clientes con el objetivo de no perderlos. Me preguntaba, inocentemente si AVE, haría lo mismo. El trayecto que me ocupa, ha pasado de 86 a 89 euros y si quieres una oferta siempre te queda tomar el de las seis de la mañana. Hago cuentas....noche de hostal en Málaga....no, no me compensa. A pagar los 89. Está claro que es sólo un ejemplo, pero no el único con el que me he topado. Mi habitual merienda de Mercadona, Café Latte (y aquí evitaré el 'product placement'), ha pasado de 1 euro a 1,25. Me he dado cuenta porque son muchos días yendo a por él, pero habrá centenares de productos que han sufrido tan destacado incremento. Hasta los enigmáticos 'chinos' han metido el lápiz. El cargador de móvil que la semana pasada me costaba 6 euros y que no compré con la esperanza de encontrar el mío en breve, me ha costado hoy 7,50. Si así vamos a levantar el país no lo entiendo, que contentemos a Merkel puede ser, pero que la pobreza y el paro no se extiendan es algo imposible. Esta misma semana hasta tres diarios andaluces han presentado EREs salvajes y el periodismo muere por momento. Tiro para lo mío, pero cierto es que el resto de los sectores le andan a la zaga. Señor Rajoy, espero no verlo por aquí a mi vuelta y que ocurra un milagro y usted y todo su séquito (extensible a la oposición y toda la clase política en según que casos), bajen a los infiernos, es decir vivan para sus restos con los tan laureados 400 euros mensuales.
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