Hay una película que se llama 'Quiero
ser como Beckham'. Pues para qué me pregunto yo; Eso de los
millones, los músculos y una esposa falta de puchero y que nunca
sonríe no se me antoja para tanto. Yo quiero ser como Allan. Ese
entrañable viejecillo que, sin existir, me está dando alas cada
mañana en el autobús, abriéndome un claro en estos eternos días
nublados. Allan tiene la friolera de cien años y decidió un buen
día que no iba a dejarse ir en un triste asilo, así que emprendió
la más grande aventura jamás contada. O al menos, lo fue para él.
Tenía poco que perder y mucho que intentar. Afortunadamente, me
quedan muchas páginas por descubrir pero este 'abuelete' ya me ha
hecho sonreir en varias ocasiones. Es la magia de la literatura,
transportarte a mundos creados al antojo de tu imaginación. Hacen
falta muchos Allan en este mundo. Hay personas que no son capaces de
saltar una ventana y huir. Ni con 20 ni con 100 años. Y así nos va.
Hoy, mi compañera me hablaba de cómo lleva tres años “sin vivir,
sólo existiendo”, en virtud de la tiranía de una jefa que solo
ve números y no personas, en una compañía internacional que se
hace de oro a fuerza de 'humanoides' que nunca se deciden a pegar ese
salto. Que soportan estoicamente un trato injusto, unas condiciones
de pena y que se dejan casi anular por un sistema que solo entiende
de beneficios. Me imagino a Allan frente a la sucursal de ese sitio o
de cualquier otro similar. Apedreando los cristales, encerrando en la
cámara frigorífica a la 'manager' y dejando como firma su dentadura
postiza olvidada. Genio y figura hasta la cercana sepultura.
Por fortuna hay otros que deciden dar
el paso adelante. Homenajeo en estas líneas a otro de mis compañeros
que, tras varias semanas siendo maltratado por un impresentable que
se regodeaba de representar a una de las empresas con más renombre
de la hostelería inglesa, ha “soltado el mandilón” como él
dice y les ha dejado claro que no pasa por el aro.
Pues va este texto va por ellos, por
Allan y por los que como él eligen vivir y no sobrevivir.
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