4 ago 2011

La desvergonzada visita del señor de bata blanca

Su santidad (en adecuada minúscula) ha decidido honrarnos con su visita de nuevo. Llegará a Madrid el 16 de agosto y revolucionará la capital en pro de unos encuentros con los jóvenes, que efectivamente, deben estar muy perdidos para decidir perseguir a este señor de bata blanca. No sé si existe el cielo, pero no temo quedarme fuera, si Benedicto XVI entra, yo tengo plaza asegurada y en zona VIP y vosotros seáis quienes seáis, también. España va a contribuir con la friolera de siete millones de euros, para que los vocacionales cristianos tengan un lugar donde dormir y comer como Dios manda, sin soltar un euro de su bolsillo. Y luego quieren hacernos creer que hay crisis. Al final Zapatero va a tener razón y no pasamos de una simple ‘recesión económica’. Pero ni aún así se explicaría la falta de vergüenza de la iglesia. La hambruna que sufre África, que no por perenne es menos dolorosa, está alcanzando límites insospechados y día a día conocemos casos que deberían dar que pensar. A quien tenga conciencia. El informativo de hoy narraba el caso de una madre que hace 15 días huía hacia un campo de refugiados con su marido y sus cinco hijos. Hoy la han vuelto a encontrar, con su marido y su único hijo superviviente. Y a ver lo que le dura, porque las caricias y el amor no alimentan. Como tampoco lo hace la mal llamada ‘caridad cristiana’ (extensible a cualquier religión).  Cuantas veces voces de todas partes del mundo, han pedido a la iglesia que venda todo ese patrimonio incalculable y siga los preceptos de ese Dios al que dice representar. Siete millones de euros. Se dice pronto. Por una visita.  Es insultante y más en una época como la que vivimos, si bien todo lo que pasamos nosotros se queda ridículo en comparación con lo que padece el continente negro. Me temo que no voy a verlo en vida, pero ojalá llegue el día en que la humanidad se revele contra estos chamanes de tres al cuarto que venden ideas de amor, esperanza y paz a cambio de una vida familiar, blanca, masculina, sobria, estoica, célibe, heterosexual y contenida (eso para los ciudadanos de a pie, para conocer SU estilo de vida insto a tirar de hemeroteca).  Admiro a aquellos párrocos y monjas que realmente trabajan por y para los demás, que por más equivocados que estén, creen en su iglesia porque representa a su Dios. Pero nada tienen que ver ellos con el despilfarro diario de una entidad que ha manipulado la historia a su antojo, que deja morir de hambre a una madre y su prole que cruza un desierto sin más objetivo que un cazo de agua. Que dilapida billetes con el apoyo de unos Gobiernos que no tienen bemoles para decirle, que si quiere venir de visita venda uno de sus miles de cuadros, por poner un ejemplo y costee la estancia de sus ‘adeptos’. Que besan la tierra que pisa. Que pasan también por alto el sufrimiento de tantos millones de personas. Me revuelve las tripas pensar que este señor y quienes dirige, pueden dormir a pierna suelta.

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