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Pero mi asombro también me ha enseñado unas cuantas cosas. Siendo de natural despistadilla y olvidadiza (abstenerse de hacer comentarios los que me conocéis) sin embargo, hay enseñanzas que recordaré siempre y que podré aplicar allá donde vaya. Se me ocurre por ejemplo un hipotético encuentro con ese señor tan majo, ese españolito relacionado (virtualmente) con los trabajadores, un tal Juan Rossell...ese para el que nunca son suficientes el número de horas de trabajo (ajenas claro), ni nunca es suficientemente bajo un salario (ajeno también, huelga decir).
Ahora y tras mi paso de cuatro años en el país de la doble moral, podría ir y decirle sin pestañear todo lo que pienso sin soltar más que una interminable listas de adjetivos positivos y encantadores. Podría decírselo además en inglés, pero dudo que me entienda. Y como con él con tantos otros....
Y es que las máscaras no conocen fronteras, así que plantaros la vuestra y pasad una divertida noche de los muertos vivientes.
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