22 feb 2012

Que llueva, que llueva la Virgen de la Cueva

A mí las boinas siempre me han gustado, pero para el campo. A la ciudad no le van bien. A los hechos me remito; un gris denso e irrespirable se apodera de Madrid y hace que el horizonte deje de perfilarse azul. Una buena tormenta nunca viene mal, no sólo para llenar los embalses si no para despejar el cielo y las mentes. Como un borrón y cuenta nueva. Eso es lo que va necesitando el ambiente. Bueno, eso y el cierre de unas cuentas de miles de fábricas, pero eso de momento no parece viable. A los gobernantes  y empresarios les gusta un mundo sucio y denso, que eso da dinero. Pues con mi boina en la cabeza sigo contando. Llevo un tiempo sin escribir, se me hacía difícil últimamente. Y es que, el objetivo de este blog era captar una sonrisa. Irónica, tierna o sincera, pero una sonrisa. Y a veces, es difícil mantenerla. Por fortuna, aún quedan refugios donde sanar el alma.
Aún es pronto para cantar victoria, pero parece que las perspectivas de trabajo van mejorando y quizás en breve no me sobre tanto tiempo para pensar o lo que es peor: ver las noticias. Hoy tengo en mente a muchos amigos. Cada uno por su lado, batallando con sus fantasmas, luchando por mejorar, deseando una caña en grupo y unas risas. Qué ganas.
En fin, voy a ir despidiéndome  que tengo que calentar la garganta. Confío en que unos gorgoritos y varios intentos de canto bajo la ducha, apelen a los oídos de la madre naturaleza y la hagan llorar de modo estruendoso. Podéis uniros a mi.